No lo puedo creer, eso es humo que pasa por debajo de la puerta, la carta larga y gris de nuestro vecino bobo. No huelo, pero veo, mientras escucho el zumbido de la maquinita.
¡No hay oxígeno!, ¡ ay, oxígeno!: me irritan tus extremos.
Uso los músculos para olvidar, subo y bajo las escaleras. Más allá del humo, ella sigue con la depilación. El miedo adormecido es la fuerza de la coqueta.